Sesiones espiritistas – El nuevo Liberal
Por Jenifer Vanessa Sarria Sierra
La ofimática mezcla dos conceptos: por un lado, conjuga la palabra oficina y, por el otro, la palabra informática, siendo la unión de dos nociones en torno al uso de herramientas computacionales, empleadas en las actividades de oficina, para potenciar el trabajo y la relación hombre-máquina.
En la evolución e innovación de dispositivos móviles, computadores, redes y software, las herramientas ofimáticas también deben estar a la vanguardia de las necesidades que en estos momentos exige el sector educativo.
En tiempos de pandemia (algo para lo que el mundo no estaba preparado), plataformas como Google Drive, Zoom, Meet y Skype fueron un punto clave para los colegios de los lugares privilegiados del país. Estas herramientas permitieron que los proyectos pedagógicos, que se vieron frustrados en el mes de marzo del año 2020, pudieran continuar, aunque con algunas dificultades, pues había docentes, directivos y estudiantes que carecían de conocimientos para usarlas.
Ahora bien, ¿usted quería capar clase cuando estaba en la presencialidad? Le tengo la solución: clases virtuales.
Lo que se creía era una solución a la imposibilidad de continuar con las clases como normalmente las conocíamos, ahora genera grandes dudas ante la ausencia continua de quienes deberían ser los mayores interesados en estas sesiones virtuales. A los estudiantes se les ha dado la oportunidad de abogar por su autonomía, siendo ellos mismos quienes regulen su responsabilidad mínima que es asistir a una clase virtual. Sin embargo y como es evidente, esto ha representado la perfecta ocasión para no asistir sin mayores implicaciones o consecuencias.
Las clases por internet se han convertido en un constante “¿estudiantes están ahí?” “Por favor contesten”. “Alguien hable, por favor”. Igual que en una sesión espiritista, existiendo una parte que quiere hacer contacto, interactuar con otra presencia, compartir un momento de su tiempo para hablar, pero es evidente que el silencio sepulcral también es un mensaje por parte de los alumnos que sin duda están capando clase, a quienes no les interesa estar en ese momento y en ese lugar. Se sienten afortunados los docentes cuando dos o tres de sus estudiantes (de un grupo de 25) responden a cada pregunta u observación que realizan dentro de las actividades académicas.
Muchos profesores manifiestan que es desgastante, agobiante y frustrante estar hablándole a una pantalla, esperando que las personas que están al otro lado contesten. Los educadores han llegado al punto de plantearse preguntas tales como: ¿será mi metodología? ¿Lo estoy haciendo mal? ¿Estará muy aburrido? Y en muchas ocasiones, ante la falta de participación, con tristeza se da un paso atrás, volviendo al conductismo, donde, si el estudiante responde cuando se le llama por su nombre, tendrá una buena nota; por el contrario, si no responde, obtendrá una muy mala calificación.
Otros, en cambio, confían en que el silencio de los estudiantes es una oportunidad para mejorar y hacer clases más divertidas, que llamen la atención de los participantes, generando una comunicación continua y efectiva.
Se entiende que estar demasiado tiempo en una misma actividad, ya sea presencial o virtual, implica que con el paso de los minutos se vaya perdiendo interés en ella, pero es aquí donde la creatividad, no solo del docente, sino también de los estudiantes, entra en juego. Porque los alumnos también pueden proponer cambios o mejoras frente a su desinterés, evaluando la causa por la cual no quieren estar en las sesiones virtuales y el motivo que solo los impulsa a cumplir, esperando únicamente responder a una lista de asistencia, sin estar dispuestos a aprender.
La pandemia causó que este movimiento hacia las herramientas digitales fuera próximo en el conocimiento y uso de las mismas. Muchos tuvimos que aprender en corto tiempo sobre los beneficios y las facilidades que otorga la ofimática en la web. Amigo profesor, véalo por el lado bueno: ya por lo menos no tiene que pedir que se callen… aunque, ¿qué es peor? ¿Que hablen o que no hablen?